sábado, 9 de julio de 2016

Krueger.

¿tú sabes porqué soñamos? 




Pues, nada... sólo me inquieta el hecho de que el mes pasado le soñé tres veces.

La ciencia dice que mientras dormimos entramos en tres etapas de sueño. En la segunda fase, el MOR (movimiento ocular recurrente) incia; también, nuestra mente crea imágenes,  historias sobre lo que vivimos en el día a día... pues, bueno. Yo tengo años de no verlo, ¿por qué se entromete en mi inconsciente?

Hace cuatro años que me casé con Leo, te aseguro que ya ni lo pensaba, y ¿sabes qué es lo peor de todo esto? Que el tipo viene, llega a mi mente, me mira a los ojos; los ojos de mi mente pues, y de modo telepático comienza a reclamarme. ¡Me reclama! Pero, ¿yo qué le hice? Yo traté de alejarme de él, por su bien y por el mío. No entiendo, simplemente... no lo entiendo. ¿Qué le hice? Aunque bueno, ahora que recuerdo le herí un poco aquella noche de vino en el bar. Él quiso satisfacerme completamente; era tanta su ansiedad, su miedo que terminó por echarnos a perder la noche. Desde esa vez, lo empecé a dejar de ver, hasta que el olvido creo polvo entre nosotros.

Por eso me sorprendieron tanto estos sueños. Te lo aseguro, se que él usaba ese medio para manipularme, para enviarme señales; de auxilio o de atención simplemente, yo le soñaba y al verlo al día siguiente, no sé como pero él ya sabía todo lo de mi sueño y usaba los símbolos para que yo cayera con él; para hacerse el interesante conmigo.

Se que te parece inusual el hecho de que una persona use los sueños como medios para hacer llegar sus pensamientos, sobretodo emociones; pues así de demoníaco era él. Tenía esa sonrisa aperlada con tildes de niño inocente. Era el mejor en ese juego de seducción. 

La verdad es que no lo extraño. Te lo juro, ¿qué se puede extrañar de una persona como él? Su clave era simple, al menos conmigo: nunca creó expectativas. Por eso yo le daba miedo, porque no sabía como complacerme, no quería lastimarme, en serio ¡pero lo hizo! Pobrecito, lo hubieras visto como se puso al lastimarme, y te digo que lo hubieras visto porque después de esa vez ya no supe de él...

Por eso te digo y te repito tantas veces pues, que me extrañó mucho soñarlo. Su cara, su mirada parecía haberse congelado en ese preciso momento en que nos restamos a un sólo factor...

Tal vez, él sólo sustrajo mi mente.