viernes, 11 de noviembre de 2016

Once.




Por dónde comenzar, es algo complejo. Es tan complejo porque en primer lugar ni siquiera me conoces. Entonces, me atrevo a preguntar ¿cómo te atreves a decir que me amas?  A decir verdad, estoy harta de ti, te escucho entre tanta gente. Pero todo es vacío.

¿No te da pena causar tanta sed?

Eres el anhelo de los días que no llegan, el horizonte ajeno, la utopía inalcanzable, el agua del sediento, la calma del atormentado, la sombra en el desierto (¡que no existe!) una cobija en aquel frío invierno. La sal en las heridas. El vinagre en las llagas. Tierra sobre la comida.


Alguna vez te amé, sí; ¡te amé con locura! Y te buscaba inocente a toda hora. Y esperaba verte a cada minuto; y creía en tu bondad, pensaba que tú, eras no sólo bueno, sino misericordioso, milagroso, MAGO... ¡Caray! Puse en ti tantas virtudes... todas las virtudes que en la vida había escuchado. Tenías que ser no sólo perfecto, el mejor, el único, mi super héroe.

Y por eso, de modo inconciente, deposité en ti, defectos antinaturales como vicios, fantasías, hasta convertirte en un personaje futurista irreal e inhumano.

¿Cómo me pude enamorar de un extraterrestre?

Cómo pude crear una nueva religión....

Eso es herejía.












p.d.  ya no te quiero alien.

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