martes, 28 de septiembre de 2021

Imagina a tu cuerpo...

 Sueños.

Me he despertado indignada,
¿Cómo se regaña al inconsciente?
Este ¡No respeta mi matrimonio!
Juega con el pasado,
pinta imágenes 
de canciones antiguas...


Tú nunca fuiste al circuito de los gaseros, aquel lugar donde el helio te hacía creer un gigante, pues todo te quedaba debajo de las faldas. Tú fuiste a la deportiva; fingías un gusto cándido hacia mis juguetes sin implicaciones lujuriosas. 

Así, yo no juego. 

Yo siempre quise ser tu muñeca, que me desnudaras entera y posaras sobre mí cada uno de tus dedos. 



¿Cuántas veces te despiertas en la noche? 

En el tercer nacimiento de luna llena yo probé tu gusto hacia las aguas violetas de mi enramado mar. Placer infinito esto de lo onírico. Juego donde los dioses se engalanan. Energías de colores mezclan nuestras auras. 

    --- ¿Qué tiene de malo conocer a alguien que ama el lenguaje, ya sea escrito o hablado?

Decías, después de escucharme recitar el reclamado poema de "Los motivos del lobo" (por enésima vez, estoy cansada de la gente que me pide declamar a cada rato una poesía... pero tú no cansas).

   --- ¿Qué tiene de malo aislarse en la caverna de recuerdos e imaginar a tu tacto, gusto y olfato alimentar mi  melancolía? Reí. Luego me senté para seguir bebiendo.

Estábamos en un café (ya extinto) sobre el boulevard. Una tenue luz iluminaba el espacio, mezclándose con música bohemia, humo de cigarro y vaho de cafetal.

   --- Veo que todos tienen bien definido un gusto musical, y se deciden por cerrar sus oídos a otros ritmos, cantos, sones. 

   --- El mundo ya no es el mismo. Dije tímida. 

   ---Pero tú me sorprendes, tienes una lista variada de bandas favoritas. Me encanta tu colectivo de música sensual... creo que en esto, tenemos grupos y cantantes similares. 

   --- Lo ideal es usar internet para ampliar el criterio, no cerrarlo. ¿Cierto? 

   --- Definitivamente.

   --- Seré sincera contigo, aunque tengo una gran apertura hacia lo trivial; sigo siendo una treintona de gustos, costumbres nacionales y creencias cuadradas.

Cambiaste el tema a modo abrupto:

   --- Creencias... ¿Crees que a las brujas se les deba castigar, quemar en hogueras?

   Comí una aceituna. 

   --- ¡Oh! Ya veo, el del criterio cerrado es otro. ¿En serio piensas que las creencias solo se limitan a un dogma? Mi culto es hacia el amor. Tengo la capacidad de ver más allá, puedo descubrir los colores que la gente guarda.

   --- No te entiendo. ¿Entonces eres bruja?

   --- Soy Libre Libra, Virgen Virgo, Agua Acuario, Sirena Piscis, Lectora Leo, a veces Tauro... Es decir, no soy bruja, cuido de las palabras y las uso para fines confidenciales. 

   --- Entiendo que no eres bruja, lo demás no sé a qué te refieras. Yo no soy creyente. Hace años, una dama que amaba me robó el corazón, se llevó consigo mis entrañas y todo lo que fui. Ahora, tengo un perro. Es en lo único en que creo. 

   --- ¿Crees en la medicina?

   --- Creo en que cura al cuerpo, sí. Pero no rindo culto a los doctores, es decir la medicina. 

   --- Te pregunté esto para que me entiendas. Yo no creo en la ciencia, pues ésta sola se demuestra constantemente. Para creer hay que depositar una fe ciega en su verosimilitud.  Y bueno, yo creo en el agradecimiento, me cultivo en corresponder a la existencia mediante un cuidado propio, de la otredad y aquellas energías invisibles. Mediante detalles imperceptibles. Yo tengo mucho y me aferro a la nada o, al todo. Como lo puedas comprender mejor.

   --- Entonces, ¿Crees en mí?

   --- ¿Qué si creo en ti? Creo en que estas aquí, conmigo. Sí. 

   --- Pero no me conoces, ¿Cómo puedes creer en algo que no conoces?

   --- Creo en ti, más no te amo... Son conceptos distintos. Además, ¡he dejado de conocerte! 

   --- ¡Alma inocente! ¿Cómo puedes creer en alguien o en algo que no conoces?

   --- No necesito conocerte totalmente para creer en ti. Conocer es una utopía disfrazada de lo simple: Nombre, fecha de nacimiento, algunos gustos... Yo leo las miradas, ahí encuentro las razones para creer o no en las personas.

Mientras exhalabas un aroma de tabaco, desviaste la mirada y me dijiste:

    --- Si el conocer es una utopía, ¿hemos estado viviendo en el engaño?

    --- ¡Del engaño! No 'en el engaño'. No soy tan pesimista para establecer un contexto lleno de mentiras, aunque sea real. Más bien, creo en la necesidad humana por conocer "todo" al grado de dejarse llevar por mentiras convincentes. 

    --- Uy, esto si que me noquea. ¿Entonces la Matrix es verdadera?

   --- No quise ofenderte. Simplemente te estoy compartiendo una parte íntima de mi esencia. La Matrix es una película de ciencia ficción llena de silogismos... bastante críticos. ¿Crees que me estoy pasando de la raya por hablar de esto contigo? Porque para muchas personas lo es.

   --- Para muchas sí, lo es; no para mí. Me agrada conversar de estos temas contigo, eres muy franca. Tengo varios conocidos que sí, les incomodan estas charlas y, sin embargo; andan por ahí desgastándose. Derrochando su cuerpo, mente y alma. 

   --- ¿Ves como hemos dejado de conocernos? Creo entender que a pesar de que te gusta charlar sobre estos temas, no lo haces porque a tus conocidos no les place. Aunque mira, la verdad es que a ellos los entiendo. La razón es el contexto. Yo miro a la humanidad y me duele saber que poco a poco apagan sus luces internas para mirar otras externas, así como lo hacen las moscas, y luego concebir ¡metales por moda! Estamos produciendo autómatas para que se encarguen de nuestra creación: los robots y máquinas obedientes. ¡Dónde quedó el libre albedrío! 

   --- Ahora sí te pusiste energúmena, tranquila. Solo es una charla, ¡Espera! Fuiste a la barra por unas cervezas y regresaste inmediatamente. 

   --- No me conoces. Yo tomo cerveza solo con mi esposo. A él le dedico mi embriaguez y sus designios. 

   --- No quise ofenderte. ¿Podrías permitirme compartir sólo esta cerveza contigo? Al cabo, ¡Ya la pagué!

Y brindamos.

Después de varias horas charlando, el lugar nos corrió con la cuenta del café sobre la mesa. Ya era muy tarde para manejar 70 kilómetros; además estaba la lluvia. Por lo tanto me invitaste a tu apartamento.

   --- Me has dejado intrigado. ¿Cómo puede 'el ser' volver a conocer a la otredad habitada en el pasado? ¿Cómo cambiar el sentido de las manecillas del reloj para retomar un hilo "rojo" que quizá se deshebró?

Yo reí.

   --- Mira que hasta te he contagiado de mi lenguaje figurado.

   --- ¡No puede ser! Y a mi que me gusta ser directo. Luego, desabotonaste mi camisa. ¿Qué pasa, sigues siendo Eva?

Esta parte de ti nunca pude conocer: --- Siempre me dio miedo morir de amor, como Julieta. 

   ---Ya moriste y sigues viva. ¿A poco aún tienes miedo?

  ---No. Ahora tengo compromisos, lealtad y confianza. Jamás dudes de mi apetito por devorarte entero, pero soy una mujer amante y creyente de la palabra, ya te lo había dicho. Y yo di mi palabra a la fidelidad. 

   --- Bueno, pues en ese caso. Abriste uno de tus libros de la mesa: 'Déjame leerte un texto nuevo: "A las tres de la tarde se ocultó el sol. El mar y el cielo iniciaron su ritual de batalla. El viento dejó su escondite y se puso a aullar como lobo desterrado. Las olas alzaban sus brazos contra la oscuridad que nos envolvía" Es de Gioconda Belli. Me fascinan sus libros'. 

Si bien, este hombre a quien apenas reconocía, sabía por donde llegarme; al sentir un palpitar más acelerado fui hacia su refrigerador y le tomé el vino para servirme una copa. 

   --- No sé que significa esto, pero el vino es de más alta calidad que la cerveza, ¿en serio me lo dedicas? 

   --- No. Estoy desvelada, tengo sueño; si no tomo algo caeré dormida sin remedio.

Y él tomo mis labios para robarme un beso. Fue desfilando hacia abajo: 

   --- Sé que yo no seré tu Adán, pero déjame ser tu serpiente. Prueba conmigo ese manzano tan lleno de sabores. 

Me alejé asustada por la situación que se estaba dando. Tomé un cigarro y lo encendí:

  --- Serpientes he conocido muchas, después de ti y antes de mi compromiso. Tú no eres así. 

  --- Bueno, en ese caso. Déjame ser tu lobo, caperuza. O quizá un animal nuevo. 

Te acercaste, besaste mi vientre. Probaste cada parte de mi cuerpo. Yo entendí la razón del Génesis; Darwin, la teoría de la evolución, los periodos históricos mundiales de la humanidad... quién será el autor de la teoría de la retrogradación, y... dejé de pensar. Inhalaste mi aliento vertical, lograste el olvido de todos mis adentros; desde los miedos hasta los deseos. ¿Qué puede hacer una flor cuando, en el otoño, se aferra a sus colores? ¿O un fresno, un árbol bodhi, un cerezo?

La canción de Agnes Nobel sonaba para apagar otros sonidos, esa transgresión banal que nos ha humanizado, y se apagaba lentamente para escuchar tus labios y mis gestos. 

Llegó el amanecer y antes de que cantara el gallo, yo te había afirmado más de tres veces. 





FIN. 

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